Vimos un grupo de niños que estaban comiendo en uno de nuestros comedores y sobraban más trozos de pan que alumnos había en aquel comedor, sólo se comían la parte de dentro del pan. Entonces pensamos que teníamos que hacer alguna cosa.
Mientras una buena parte de la población mundial tiene que vivir con escasedad de recursos, en nuestra casa tiramos una importante cantidad de alimentos aprovechables.
Tirar comida, además de malgastar los recursos naturales, técnicos y humanos necesarios para su producción, implica la generación de residuos, así como su impacto y los costes añadidos a su tratamiento. De este modo, a la hora de prevenir el despilfarro hablamos mucho más que de aprovechar bien la comida. Hablamos de una actitud responsable y crítica en el consumo y de un esfuerzo en reducir la generación de residuos.
Entendemos el tiempo de comedor en las escuelas como una oportunidad educativa para la adquisición de unos hábitos alimentarios saludables y de habilidades sociales. Tenemos la ocasión de sensibilizar a generaciones futuras en la adopción de modelos sostenibles. Por eso, hemos considerado la oportunidad para poner en marcha el proyecto Pesa y Piensa como una herramienta para el desarrollo de una conciencia crítica hacia el consumo de alimentos y de un actitud proactiva en la reducción del despilfarro alimentario y la generación de residuos.
La experiencia en el ámbito del reaprovechamiento alimentario es el punto de partida para generar un programa educativo dirigido a niños y adolescentes en 2012.
Una vez desarrollado el dossier pedagógico y definidos los pasos para llevar a cabo el proyecto Pesa y Piensa en el comedor, ponemos en marcha la primera prueba piloto. La desarrollamos a inicios del año 2013 ya partir del segundo mes y de forma sostenida, logramos una reducción del 35% en el desperdicio de alimentos.
Entre la treintena de escuelas que llevan desarrollando el proyecto de forma continuada desde sus inicios, la disminución en el derroche alimentario ya se sitúa en torno al 70%.